Otra Realidad. Compañeros en Madrid-Javier Tussell (1992)
Exposiciones organizadas por la Fundación Marcelino Botín en Santander, Madrid y Zaragoza
También Enrique Gran rompió en torno a 1958 con el realismo. Antes de esta fecha había cultivado la figura, pero también, sobre todo el paisaje; su pintura inmediatamente anterior a este giro tenía muy poco que ver con la influencia del arte italiano, habitual en el grupo, sino que practicaba, como Lucio Muñoz, un poscubismo con ribetes ya de abstracción cuya temática y ambiente tenía no poco que ver con el paisaje de su Santander natal (el catálogo de su exposición de 1959 contó con un prólogo de Pancho Cossío). A partir de este momento sus cuadros, ricos en densidad matérica concentran la atención del espectador en una especie de motivo central que puede ser una explosión telúrica sobre el trasfondo de un escenario fantasmagórico en el que hay el recuerdo de un paisaje misterioso, probablemente una marina, de desvanecidos contornos a partir de un cromatismo en que predominan los azules, verdes, ocres y negros durante los años sesenta y setenta. Se han utilizado unos términos para describirla que hacen alusión al paisaje santanderino y, por lo tanto, a un asidero a la realidad: Admiramos esos panoramas de inmensidades marinas, en cuya ribera se yerguen caracolas de mil colores, conchas de inimaginables profundidades, serpenteos de vivas tonalidades. Esos centros de gravedad de sus cuadros bien podrán ser rocas rodeadas de espuma o detritus biológicos o minerales en la inmensidad de la playa. En cualquier caso, su pintura hace referencia a una figuración inventada, pero siempre está asida a la realidad y, con el paso del tiempo, esto se hace más y más evidente. El apasionamiento por la materia, atormentada y opulenta, expresión ella misma de dramatismo, resulta coincidente con el de otros miembros del grupo. Esa materia y esa fantasmagoría paisajística es también expresiva de estados de ánimo o de talante. El talante surreal de sus cuadros, poblados de seres míticos es un surrealismo y con un parentesco inmediato en el cómic y uno más remoto en Kokoschka o Van Gogh.
Los paisajes abstractos de Enrique Gran en los que la técnica del artista mantiene acentos tradicionales son objeto de una particular admiración por parte de algunos de los representantes más caracterizados del llamado realismo.
Esta tendencia hacia la suntuosidad cromática, la transparencia, la ausencia de dramatismo, el adelgazamiento de la materia y la luz se da también en Enrique Gran de cuya obra se ha podido escribir que la opulencia de la materia, granulosa y compacta en los primeros años trasciende más adelante en una soberana plenitud de superficie, horizonte límpido donde el color deja de ser fuego para adoptar solemne firmeza de cristal.
Fragmentos extraídos del texto del catálogo
Javier Tussell