ENRIQUE GRAN-PANCHO COSSÍO (1959)
Primera exposición individual de Enrique Gran. Sala Minerva «Círculo de Bellas Artes». Madrid.
Texto para el catálogo de la exposición Enrique Gran.
Sala Minerva. Círculo de Bellas Artes, Madrid.
Abril, 1959.
Es difícil para un pintor escribir sobre todo de otro pintor, y yo tengo que hacerlo hoy ¡Qué Dios nos coja confesados! Para este menester, el pintor, en guisa de comentarista, si es sincero, no debe andar por las ramas, más o menos literarias, por no tener en este terreno solvencia alguna.
Sí la tiene, en cambio, si se limita a situar su escrito en la órbita del terreno informativo, escueto y veraz, como un vulgar “misil” cualquiera. Hoy vivimos un momento de crisis, muy complejo y de dificilísimo diagnóstico.
En esta confusión, donde nada se ve claro, sin embargo, se precisan con alguna nitidez, creo yo, los puntos más esenciales que la motivan.
Y sintetizando al límite –límite siempre insuficiente–, muy bien podría diagnosticarse así: Europa está fatigada de su cultura, Europa deserta de su cultura.
Y como el problema es arduo y el análisis casi imposible, de ahí el estilo característico de la crítica de arte, gaseoso, nebuloso, humoso, pues gases, nubes y humos se enroscan en los tipos de imprenta y llenan, como agua estancada, los espacios entre líneas, esos espacios que son tan elocuentes para el lector atento y sagaz.
Así que, para no seguir las modas del acontecer del cuarto de siglo último, prescindamos de desenredar la madeja, llamemos al pan, pan y al vino, vino, según uso, costumbre y norma en toda tierra de pan llevar que en algo se estime.
Por tanto, al presentar en Madrid a Gran –la admiración y el afecto que por él siento me ha impedido el negarme a ello, y una vez y no más haré tal cosa–, me atendré a la línea que me he trazado, si es que esa admiración y ese afecto no me juegan, en unión, una mala pasada. Y, ahora, veremos a ver qué pasa.
Enrique Gran Villagraz, mayor de edad, soltero. profesión artista pintor… –esta es su hoja de empadronamiento municipal– es la consecuencia de una rica mixtura de dos hidalgas y nobles sangres: aragonesa y montañesa –ésta es su bioquímica vital.
Y así es de hombre este Gran. Y así va por la vida empavesado de imaginarios cuarteles y cimeras heráldicas –no en balde es montañés– que pregonan su sino heroico. Y a fuerza de ser dos veces hidalgo es dos veces pobre, reincidencia que hace su existencia más dramática.
Acabo de decir que Gran es de sino heroico, y por serlo no es de temer, en consecuencia, una claudicación de su compromiso contraído con el arte ante sociedad. Y si la “cuna” no le dio opción para elegir entre la opulencia y la necesidad, el “lecho” ya fue otro cantar y abrió ante él un amplio abanico de posibilidades electivas.
Y Gran, nuestro Gran, fue parco en el elegir: como pueblo eligió La Montaña, patria chica de su madre –madre siempre tira del hijo–, y como profesión, como línea de conducta de su vida, la pintura. No eligió más. Así, pues, está ante ustedes un pintor montañés, un “franciscano”, un hombre leal a quien le dio el ser.
Gran fue becario de la Excelentísima Diputación Provincial de Santander, lo que permitió que nuestro aprendiz de pintor ingresase en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde cursó todos los estudios, está, por tanto, en posesión del título oficial que da suficiencia oficial.
Y en esto es también leal a una especie de tradición montañesa: todos nosotros (los pintores montañeses) hemos tenido una rigurosa formación académica; todos nosotros, también, hemos roto con ella, siendo orientados en la nueva dirección tan sólo por nuestra individual e ideal estrella polar.
Así, los Madrazo, fundadores de la tradición montañesa, ya que no escuela; así, Casimiro Sainz, y Riancho, y Gutiérrez Solana, y María Blanchard (Gutiérrez Cueto en la pila bautismal), y su sobrino Quirós. Así, hasta Gran, pasando por mí, discípulo de D. Cecilio Pla, tan admirado y tan recordado por mí con emoción.
Finalmente, Gran es un hombre de su tiempo, lo que no quiere decir que sea grulla que trague todas las ruedas de molino que las revistas de arte le ponen en el pico. Gran es demasiado independiente y libre para someterse a esa servidumbre.
Y esto es posible por tener él un gran sentido crítico, introvertido y extravertido; es decir, ve y analiza desapasionadamente su contorno físico exterior lo mismo que la profundidad abisal de su subconsciente. Gran es hombre sin vicios ni taras físicas ni morales y es, en consecuencia, derivada de estos dones de la Naturaleza y de su austeridad, conjuntamente, de una conducta moral integérrima.
Paralela a ésta, marcha su conducta de artista, digno par de la del hombre. Y sobre un hombre así, es muy difícil montar una propaganda de escándalo, preciso hoy para un triunfo sin fronteras geográficas.
No obstante –yo soy hombre de fe a prueba de bomba– creo que la bondad se impondrá –su bondad– y su derrota arribará a puerto seguro. Este es su dintorno moral. Pongo punto terminal por temor a caer en la nebulosidad que censuro.
Pancho Cossío