E.GRAN (1999)
Exposición organizada por el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal (Cantabria). Homenaje tras su fallecimiento.
ENRIQUE GRAN, PINTOR DEL TIEMPO
Ahora Enrique Gran ya tiene completado el círculo de su vida, desde que el 8 de enero de 1999 se encontró con su muerte de una manera impresionante. Quizá por haber nacido el día de los difuntos de 1928, siempre tuvo a la muerte como vecina, y dedicó mucho tiempo a investigar sobre la ultratumba. Era un experto en cuestiones parapsicológicas, y según contaba, se hallaba en relación con seres extraterrestres de doble procedencia: unos de remotos planetas aún no descubiertos por los telescopios instalados en el nuestro, y otros del mundo espiritual no captado por nuestros sentidos dominados por la materia.
Sus creencias y sus confirmaciones, porque las había recibido, influyeron en su arte. Realizaba la pintura con materiales físicos, naturalmente, pero lo que reproducía estaba más allá de la visión tangible. Sé que Gran poseía percepción extrasensorial, y que podía entrar en los estados psicomega, término con el que designan los parapsicólogos las técnicas que favorecen la profundización de los niveles de conciencia.
UN MUNDO ESPIRITUAL La técnica pictórica de Gran hizo que fuese considerado por los críticos un exponente final de la abstracción. Es cierto, pero esos paisajes alucinantes que supo llevar al lienzo no son únicamente abstracciones, sino mundos espirituales que él veía con su percepción supra normal. Puedo afirmarlo porque fuimos amigos y vecinos, y compartimos experiencias psicobiofísicas.
Por eso su pintura es tan realista, sin dejar la abstracción. Los paisajes transcritos por él a la realidad los contemplaba exactamente en la profundidad de su espíritu. Nos parecen extraños si los enfrentamos a la naturaleza, pero los entendemos con facilidad si miramos en nuestro interior. Y precisaba un enorme dominio de la materia para conseguir darles forma adecuada en los lienzos, para materializar lo espiritual.
ABSTRACCIONES SUPERREALISTAS Por ello, propondría calificar de abstracciones superrealistas a sus obras. Es una denominación caótica, por unificar dos tendencias muy dispares en la estética del siglo XX. Sin embargo, es cierto que Gran tiene que ser inscrito en la abstracción, y que sus obras derivan de visiones oníricas procedentes de su psiquismo: en consecuencia, la calificación apuntada recoge fielmente la doble inspiración de sus realizaciones.
Se advierte en seguida su sinceridad y su pureza. Los que tuvimos la suerte de ser sus amigos, sabemos que Enrique Gran fue siempre fiel a sus sentimientos, y que vivió su arte de la manera más pura. Es posible afirmar que llevó a cabo su pintura con la misma devoción con la que los alquimistas ejecutaban la que llamaron la Gran Obra: la búsqueda interior del espíritu. Con igual entrega y apasionamiento hizo su pintura, sin importarle ninguna consideración económica.
EL TIEMPO DEL MUNDO
Los títulos que impuso a sus cuadros dejan constancia de la procedencia de los temas. Con mucha frecuencia aluden al tiempo, su gran obsesión: lo mismo que Agustín de Tagaste, sentía lo que es el tiempo, y sin embargo no acertaba a explicarlo con palabras.
Más de una tarde hemos pasado discutiendo sobre ese misterio incomprensible. Para dominarlo, lo pintaba. Otros títulos señalan las “n-dimensiones” de nuestro mundo físico, que él exploraba con ansiedad, para no perder ningún detalle. En otras ocasiones los títulos se refieren a personajes esotéricos, como el espía o el enviado, o simplemente el ser. No sé hasta qué punto Gran fue un iniciado en ocultismo, lo que sí comprobamos todos es que describió un mundo insólito con gran destreza técnica y con gran pureza expresiva, un mundo en el que tal vez se encuentra ahora, sintiendo que el tiempo es eternidad.